jueves, 6 de marzo de 2008

El niño con el pijama de rayas

…hay que leerla sin saber de qué trata, porque no hay que desvelar la sorpresa.

Política de marketing o no El niño con el pijama de rayas, del escritor irlandés John Boyne, ha sido un éxito en innumerables países. Sin miedo a descubrir el tema central de la historia desde la primera página, el tiempo transcurre de manera rápida. Con un argumento sencillo nos guía en dirección a una verdad que, aunque etérea durante todo el hilo de la historia, se torna palpable en el último párrafo.

Un día elaboró una teoría acerca de lo que había podido ocurrir y volvió al tramo de alambrada donde un año atrás habían encontrado la ropa de su hijo. Aquel lugar no tenía nada especial ni deferente, pero Padre exploró un poco y descubrió que la base de la alambrada no estaba bien sujeta al suelo, como en los otros sitios, y que al levantarla dejaba un hueco lo bastante grande para que una persona muy pequeña, quizá un niño, se colara por debajo.

Entonces miró a lo lejos y poco a poco fue atando cabos, y notó que las piernas empezaban a fallarle, como si ya no pudieran sostener su cuerpo. Acabó sentándose en el suelo y adoptando casi la misma postura que Bruno había adoptado todas las tardes durante un año, aunque sin cruzar las piernas por debajo del cuerpo.


Y es que, al fin y al cabo, la vida es así: impredecible. En ocasiones, el ser humano se siente capaz de tomar decisiones, decisiones correctas (¿o no?); y en ocasiones, el destino se encarga de poner cada cosa en su lugar.

Pero como señala el autor: “…todo esto pasó hace mucho, mucho tiempo, y nunca podría volver a pasar nada parecido. Hoy en día no”. Real o no, sueño por un día en que está afirmación no contenga interrogantes.